Sufrimiento

Sufrimiento

– Amado Maestro, ya son muchos aňos sin poder entender la razón por la que Dios llenó esta tierra de lágrimas y dolor.

– El caso es que  -contestó el Maestro-, hay muchas cosas que el hombre puede entender únicamente a través del sufrimiento. Cada alma debe pasar por esta etapa desde el mismo comienzo de su formación. Pero no es una transición larga y, cuando el alma supera todas las lecciones necesarias, ya no vivirá en el mundo físico, que siempre es doloroso y difícil. Siempre me sonrío ante las personas que buscan el elixir de la vida eterna y desean vivir para siempre en su cuerpo físico, pues no saben que ahora estamos en el infierno y que, después de deshacernos del cuerpo, viviremos en el paraíso, en el plano sutil donde está nuestra verdadera casa. Aquí estamos para superar duras lecciones.

– ¿Cómo podemos entender todo con mayor rapidez y salir de aquí?

– La tarea principal de una persona en la escuela de Dios es aprender a amar. Las personas sufren tantas dificultades para aprender a empatizar con otros seres, para entender su sufrimiento y dolor, pues «el hambriento no entiende de saciedad». Existe tanta miseria e infelicidad a nuestro alrededor con el objetivo de poder aprender lo que es la compasión y ayudar a otros. Y una vez que una persona deja de ser indiferente, reírse y burlarse de la tristeza de otras criaturas; cuando en su corazón prevalece la compasión y la bondad, será puesto en libertad del plano físico. Si Dios ve que estás ayudando a otras personas de todo corazón, con sinceridad, sin buscar por sí mismo recompensas, Él le otorgará un estado de gracia, y serás feliz. Dios te ayudará, en primer lugar, para crecer espiritualmente. Sin embargo, si una persona ayuda solo para negociar recompensas con Dios y los demás, significa que no ha aprobado la lección, no aprendió a amar la verdad. La vida es muy difícil precisamente para que el hombre aprenda a ser sabio.

A menudo, la ayuda y el cuidado excesivos tienen un efecto desastroso en otras personas. Especialmente lo vemos a menudo en la crianza de los niños. Si se ven privados de dificultades y responsabilidades, se vuelven egoístas y parasitarios, y se convierten en un castigo para sus padres. Malcriando a otros, cometemos pecado permitiendo desarrollarse a las debilidades y los vicios. Las penurias y dificultades, por el contrario, nos permiten crecer, volvernos más inteligentes y decentes. Esta es otra razón por la cual Dios hizo las condiciones de vida tan difíciles en la Tierra; previenen la degradación. A menudo, invadidos en la comodidad, una persona comienza a degenerarse y los vicios le absorben. Al darse cuenta de esto, muchos millonarios obligan a sus hijos a trabajar duro: «Bienaventurados los obstáculos, pues nos hacen crecen».

Pero lo más importante es ayudar a otras personas a alcanzar el amor y la compasión, la bondad y el cuidado de los demás. Con esto, los salvarán de las afiladas garras de esta vida, los llevarán a la libertad, a Dios. Abrir el corazón y vivir en ellos, es la tarea de mayor importancia. Es por ello que deben seguir el amor; dirijan a las personas hacia las buenas acciones, enseňen la compasión poniéndose como ejemplo.

Es necesario decir que el 99% del sufrimiento es imaginado y se forma por la enferma influencia de las emociones negativas del hombre: la envidia, los celos, el rencor, la rabia, el miedo y la irritación. Hay que mostrar a la gente cómo deshacerse de este mal, cómo perdonar, tomarse las cosas con humor y parodiar aquellos pensamientos que le molestan. Se trata de un grandioso y complejo trabajo tanto en tus propias emociones como en las emociones de tus allegados. Hay que eliminar todas las mentiras que generan emociones negativas, todas las imaginaciones, pensamientos, ideas y visiones que facilitan la aparición de ideas negativas. Sin liberarse de este sufrimiento ilusorio, el hombre no puede desarrollarse y ser feliz.

El único sufrimiento positivo son los remordimientos. Son precisamente ellos los que nos enseňan la manera de actuar de acuerdo a la verdad. Y es que el remordimiento es la voz de Dios en nuestro corazón. Dándole la espalda y ensordeciéndola, rechazamos las manos de Dios que nos llevan a la libertad.

La vida de una persona está llena de malos hábitos, y uno no debe temer al sufrimiento que surge en la lucha contra los mismos. Digamos que puede ser difícil dejar de fumar o comer en exceso, pero la victoria sobre estas costumbres nos proporciona salud, sin la cual una persona no puede ser feliz, y debemos afrontar con valentía la incomodidad cuando vencemos este mal que nos habita.

Cuanto más egoísta es una persona, más sufre de emociones negativas; es el castigo por su egoísmo.

El resultado de cualquier vida inconsciente siempre será el sufrimiento. Es un estímulo para que la persona busque una salida, despierte y dependa más de la guía de Dios.

– ¿Cuál es la diferencia entre las emociones negativas imaginarias y las reales?

– Las emociones de los animales son todas reales; las de los humanos, lo son rara vez. Por ejemplo, si dejas a tu ser querido, entonces te envolverán las emociones negativas reales. Sin embargo, si tan solo imaginas que él o ella pueda irse, entonces se trata de una emoción ilusoria. Puedes imaginarlo miles de veces, torturándote a ti mismo, pero irse solo lo puede hacer una vez de manera real. Esta imaginación genera un veneno, con el que emponzoňarás ambas vidas: comenzarás a sentirte ofendido, celoso por nada; sentirás que tu pareja está haciendo algo mal como no prestarte mucha atención o mirar a otra persona. Querrás averiguar que está pasando y cuál es su relación contigo. Y todo esto puede llevarte a una conflicto real. Toda la culpa habrá sido de una imaginación punzante y de la justificación constante de tus emociones negativas.

Por lo tanto, no hay que dar rienda suelta a esta imaginación y es necesario suprimir su actividad. Los pensamientos y preocupaciones sobre ti mismo, sobre tu falsa personalidad, son el terreno para las emociones negativas y el constante tormento. El hombre está obsesionado por el miedo, por la codicia, y el resentimiento que genera el estar obsesionado con lo que le pueda sucederle y cómo lo tratan los demás. En realidad, es mejor no pensar en ello, tratar todo lo que acontece con calma. Debemos intentar pensar en las demás personas, ayudarles, enfocarnos en el amor y la compasión; esto nos llenará de emociones sublimes y Dios te favorecerá.

¡AUM!

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